lunes, 25 de febrero de 2008

MARIA ELENA MOYANO: VILLA EL SALVADOR, LIMA, PERU



Con Maria Elena, por nuestra Villa corretear

Marie Elena nos demostró que la lucha de las mujeres es la lucha de todos, su ejemplo está en el corazón de nuestra comunidad
(Palabras de Bertha Jáuregui, Presidenta de la FEPOMUVES , conmemorando 15 años de la muerte de Maria Elena Moyano)

El sol ya se iba a descansar en el verano de 1992, era nuestra temporada de vacaciones escolares; los amigos del barrio estrenábamos la avenida recién pavimentada, la avenida estirada de César Vallejo ya no era más el arenal pretencioso para un buen partido de fútbol, a pata pelada, con arcos parchados a base de maderas roídas por la familiar polilla.
Pero esa tarde jugábamos al skateboard todos en mancha, riéndonos maliciosamente esperando a que alguien más de nosotros caiga de la tabla. Pero de un momento a otro, tuvimos que parar para dar paso a una inmensa movilización de niños, mujeres y jóvenes que vislumbrábamos, bajaban desde la Ruta A , en grupo, iracundos y sollozos. Mis amigos y yo, en un arranque detectivesco, nos preguntábamos por qué tanta gente, qué pasaba causa, -que pasen rápido porque ya nuestra viejita nos llama a descansar-. Sí que esperábamos que apuraran el paso, era cuestión de minutos, -espera nomás causa, eso es al toque-. Solo escuchábamos que tremenda movilización, coreaba a una tal "Maria Elena", "Presente"…
De eso ya hace 15 años. El skateboard se maltrató y corrió la misma suerte que hoy corren los lugares reservados para la memoria popular en Villa el Salvador. Muchos de mis amigos migraron fuera del país a buscar "un futuro mejor", le dicen; y otros, con distintas condiciones, todavía volvemos a pasear por nuestras alamedas en permanente construcción, pensando en una oportunidad para seguir organizándonos. Ahora la avenida Vallejo tiene ida y vuelta, sólo se ven tropicales mototaxis, autos y micros. Confío que el eco de aquella movilización todavía resuena en cada latido de lucha de esta bella y dura comunidad. A veces pienso que quizá Maria Elena estuvo cerca de mi casa, con su polo a rayas y avisando que había una asamblea el fin de semana, para decidir cómo le hacíamos con eso que se llamaba poder popular.
Pero 15 años no son nada, nos dicen nuestras amigas de la FEPO , como familiarmente las llamamos a todas aquellas generaciones de mujeres que encuentran en este espacio un retoño y escenario vigente para seguir luchando contra el hambre que día a día, olla a olla, produce "las bondades del mercado". Precisamente hoy, 15 de febrero, se recuerda el legado de Maria Elena. Para celebrar a todo dar y dejar expedito todas condiciones, tanto en el pavimento central de la ceremonia como en la ambientación de la FEPOMUVES , fueron "precisos esfuerzos se desplegaron en mas de quince días", me cuenta Luz.
En la mañana, un grupo de compañeras de la FEPO se quedó para hacer parte de la limpieza del local, recibir a las amistades y ver que cada vez haya menos cosas por resolver. Un grupo partió muy temprano a visitar la tumba de Maria Elena, cargadas de flores y el aroma a luto y esperanza de un nuevo 15 de febrero. Donatila, Luz, Vilma, llegaban renovadas, limpiaron el nicho, refrescaban su orilla, sembraban cromáticos decorados en flores. A los minutos, llegó Bertha, cargando otro presente, -por acá Bertha, acá se ve mejor, ves que a "la negra" le gustaban las flores y rosas amarillas-. Listo el cuadro, a recordar un poco a nuestra vecina, "ella se jaraneaba con nosotros, sí que luchaba duro, pícara era ‘"la negra’", contaban las vecinas, entre cómplices cruces de retinas. Miramos alrededor, recordábamos el nicho del Padre Timoteo, la tumba de Apolinario Rojas, viejo dirigente, esparcíamos nuestra mirada en la explanada y conmemorábamos lo bello que se veía esa gran cruz que muestra el centro del cementerio de Villa hace algunos años, acaso tratando de asir la esperanza que nos heredaron las cenizas de aquellos viejos dirigentes.
Pero esa cruz hoy está descuidada, su luz parece ocultarse por los intersticios de la amargura, por ese polvo de indignación al olvido de nuestra memoria. Por momentos, mirar el total de este otro mundo recordado, resulta difícil, porque desde hace años la llegada de camiones que traen consigo contenedores de basura y desmonte, no permiten circular ahí con tranquilidad, se adueñaron del lugar, vienen enterrando parte de nuestra historia que quiere descansar en paz. Antes de irnos, cantamos en coro "la sangre del pueblo tiene, rico perfume… ( ). Maria Elena ahora retomaba su santo sueño.
La siguiente parte de la mañana, se requería avanzar con la ambientación del local, confeccionar las frases de la banderola. A punto de tijera y habilidad gatuna, Claudia y una vecina de la zona, terminaron de elaborar, recortar y estampar las letras en la azulina banderola. Quedó chévere, se reclamaba entre sudor y el llamado a la hora del almuerzo. La banderola debía ser colocada en los exteriores del local, de tal manera que pueda ser observada por todos los presentes y hasta por los pasajeros que pasaban por ahí en micro, durante todo el día, refunfuñando porque se cortó la avenida por algunas horas. Era cuestión de ser visible y comprender que los símbolos son de todo el pueblo.
¡Con el ejemplo de Maria Elena: Venceremos!... con esta calurosa consigna, se daba la bienvenida al público asistente. Parte de la comunidad se reunía, cuchicheando un poco, saludándose entre viejas glorias y con la mirada atenta de las nuevas generaciones. Al estrado subían encopetadas autoridades locales, bien acicaladas, algunos se desgañitaban para su mejor foto, otros se confundían entre las cámaras y por colocarse en el mejor asiento. La ceremonia convocaba al silencio, a la memoria, pero no al olvido. No obstante, minutos después de algunos pomposos discursos muy de algunas autoridades de viejo cuño –hombres, de momento-, todos observamos que las dirigentes de la FEPOMUVES no eran parte de quienes conformaban al estrado. Se encontraban dispuestas a un costado, marcando una diferencia clara, más cerca de la multitud. Aunque el reclamo de algunos era que quienes deberían estar ahí, frente a nosotros, son esas vecinas que dieron vida a este momento y no quiénes recuerdan a Maria Elena con su mejor terno y cada vez que existen "masas" al frente. Así no es, ellas deben estar en el estrado, me decía un joven dirigente del barrio; a pesar de ello, la fuerza y la energía que destellaba Bertha, sus dirigentas y la fortaleza de las arengas de Virginia Vargas nos hacían olvidar esto que muchos considerábamos craso impasse, una vieja práctica en la que sucumben otroras luchadores, ahora aggiornados gentleman, que propugnaban por darle protagonismo, espacio y poder al pueblo. Será el sereno, se escuchó por ahí.
La jornada fue finalizando con sinceras plegarias expresadas por diferentes mujeres que representaban las distintas luchas de la comunidad. Ana Carpio, jovencita integrante de la Casa Alternativa joven, pedía a Dios que se brinde mayor espacio y protagonismo a los jóvenes, varios pensamos que fue una reflexión transmitida por Maria Elena, que sorprendentemente logramos observarla sentada, discreta, al costado del busto levantado a su ejemplo. Ahora y siempre, concluíamos todos antes de ir a visitar la estrenada Sala Maria Elena Moyano (el cielo oscuro amenazaba con llover, no había razones, pero comenzó un copioso goteo. Claudia (1) pensó, con candorosa sencillez, que eran las lágrimas de Maria Elena, de alegría por ver a todo su pueblo bendiciendo su nombre)
Al paso, saboreamos exquisitos anticuchos ofrecidos por el recurseo de las vecinas. Aproximadamente una hora después, nos disponíamos a escuchar la serenata, a los nuevos talentos que se presentaban en este momento especial, mezclado con grandes valores de la música local. "En villa yo nací, en villa me crié, " si seguimos luchando no habrá quien nos quite el plato…" cantábamos y sonreíamos todos como cada momento especial de encuentro y ganas de seguir luchando por nuestros zurdos ideales. Eso lo cantábamos con Maria Elena, contaba Juan Calisaya, guitarra en mano y afinando su siempre militante garganta.
Quizá el recuerdo de toda esta jornada para algunos sea un año más de hallarse, quizá para otros será una nueva tarde donde se interrumpe el tránsito y no dejan pasar a los micros atiborrados de pasajeros, necesitados de llegar temprano luego de pasar horas y horas de sacrificado jornal, caracho.
Pero para muchos, este momento fue de especial conmemoración, ya no sólo porque se recordaba a nuestra amiga Maria Elena con más público que otros años, sino porque la distancia entre las generaciones de la comunidad no eran pretexto para alejarse unos de otros; porque se vivían instantes de esa apropiación de la calle por las madres , por lo que tanto luchó la FEPOMUVES y que tremenda escalada pretendió amputarnos el in memorioso que ahora paga por sus satrapías desde 1990; porque los ideales que hicieron de Maria Elena Moyano una mujer de unidad, seguían vigentes más que nunca y por ello la insistencia no de recordar solamente su nombre, sino por lo que ella hubiese exhortado y entregó su vida: el proyecto del poder popular, construido por las mayorías, por un mundo distinto , de igualdad y sin discriminaciones, eso que ella llamó implacablemente revolución, como afirmación de la vida.
Ahora los vecinos y amigos que volvemos a nuestras casas luego de tan esperada ceremonia, antes de descansar, quizás nos reservemos un tiempo para escuchar el eco de Maria Elena, llamando a una próxima reunión, con su jeans y tornasoles blusas, invitándonos a pensar que las mujeres siguen sufriendo la opresión del sistema y que todo/as podemos hacer algo por cambiar este mundo, por nuestra villa correteando, desde la Avenida Cesar Vallejo a todos los rincones del mundo popular.

Agradezco las apreciaciones al texto, siempre precisas, realizadas por mi esposa Claudia, además de estar acompañados en esta bella jornada

Elvis Mori- Vecino de Villa el Salvador
Programa Democracia y Transformaciòn Global